domingo, 10 de marzo de 2013


EL ESPAÑOL DE AMERICA: ÁREAS Y RASGOS PRINCIPALES

2.1           RELACIÓN ENTRE EL ESPAÑOL AMERICANO Y EL DE ESPAÑA
A pesar de la diversidad dialectal, la unidad esencial del español se muestra cla­ramente en la parte central del sistema lingüístico, la gramática. Es en los niveles más inestables y más propensos a la variación, como son la fonética y el léxico, don­de las diferencias entre América y España se hacen más evidentes. Asimismo, y co­mo sucede habitualmente, la unidad de la lengua se percibe sobre todo en los registros más formales y en los modelos de norma culta, mientras que la diversidad aumenta en los registros informales y coloquiales. Esta unidad esencial se debe a una serie de factores que actúan como fuerzas centrípetas y aseguran el mantenimiento del sistema de la lengua castellana o española en diversos países, a pesar de la distancia: el sistema educativo, los medios de comunicación, los medios culturales, así como la acción unificadora llevada a cabo por las Academias de la Lengua de los diversos países, actuando conjuntamente al definir las reglas (gramática, ortografía, diccionario) por las que se debe regir el “español”.
No es difícil notar un fuerte parecido entre el español ameri­cano en general y el español meridional (andaluz, canario). El conjunto de todos estos dialectos ha recibido el nombre de espa­ñol atlántico; el rasgo común más sobresaliente es, sin duda, el seseo, que opone claramente esta variedad al español peninsular septentrional: mientras las variedades septentrionales (y una parte de Andalucía) distinguen los fonemas /s/ y /z/, tal dis­tinción no existe en el español atlántico.
Este y otros hechos han llevado a muchos estudiosos a pensar que en la etapa inicial de difusión del español en América la influencia del andaluz (en particular, del habla de Sevilla) y del canario resultó decisiva, y que fue el modelo de las hablas meridionales el que se difundió en América. Entre los da­tos históricos que apoyan esta hipótesis están el elevado número de andaluces y extremeños que emigraron a las colonias durante el siglo XVI, el establecimiento del monopolio del comercio con las Indias en Sevilla y Cádiz y el importantísi­mo papel que las islas Canarias y sus habitantes desempeñaron en el comercio con América y en la colonización (los barcos que cruzaban el Atlántico solían hacer escala en Canarias).
2.2           ZONAS DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA
Dentro del español de América existen fenómenos dialectales de distribución heterogénea, debido a distintas causas históricas y sociales: el castellano que llevaron los colonizadores era diverso pues a allí llegaron gentes de diversa condición y de diverso origen geográfico; otro factor es la distinta organización social de las colonias (unas colonizadas bastante antes que otras); finalmente hay que tener en cuenta que en todo ese territorio existían lenguas que han dejado una influencia de sustrato. No obstante, no es fácil establecer zonas dialectales claras y, menos aún, ligarlas con la influencia de sustrato. Hay que tener en cuenta que desde los tiempos mismos de la colonización la lengua de los hablantes cultos se desarrolló al margen de influencias indígenas por una razón sociológica clara: la fuerte estratificación de la sociedad, que provocaba que los sectores dominantes (constituidos por los criollos = descendientes de españoles) no llegaron a conocer las lenguas indígenas y no se dejaron influir por el castellano hablado por los indios, por razones de prestigio.
En general, se considera que la influencia andaluza y canaria ha sido fundamental por lo menos en las zonas costeras americanas, en las cuales el con­tacto lingüístico con los marinos y comerciantes españoles fue constante. Así, la norma lingüística que se impuso en las zonas costeras fue, como ocurría con las hablas meridionales en España, más innovadora, en el sentido de que adoptó rasgos lingüísticos que se apartaban del castellano original.
En cambio, la norma que se consolidó en las tierras altas del interior ‑por ejemplo, en las grandes capitales, como México, Quito o Lima‑ fue más conservadora e incorporó menos rasgos andaluces. En cualquier caso, la hipótesis andalucista no es suficiente para explicar la conformación de todos los dialectos que Integran el español americano, a veces muy diferentes entre sí. Ello se debe al hecho de que en la colonización de América participaron, a lo largo de los siglos, españoles de todas las procedencias.

2.3           Características del español de América.
El español de América presenta una serie de rasgos o fenómenos fonéticos, gra­maticales y léxicos que lo distinguen. Ahora bien, puesto que el español de América no es una lengua uniforme, ninguno de esos fenómenos se presenta en todas sus variedades. Además de las peculiaridades fonéticas, gramaticales y léxicas, el español americano difiere también del europeo en las convenciones pragmáticas: las fórmulas de cortesía, por ejemplo, son algo más elaboradas, y se prefiere un estilo más atenuado, más suave, menos impositivo que en España.
2.4         Rasgos fonéticos
Dejando a un lado el seseo, único rasgo general común a todo el español de América, se pueden destacar en el nivel  fonético estos fenómenos:
·        Aspiración de la s implosiva o final de sílaba. Los casos de aspiración o pérdida de –s (dihco por disco; entonse por entonces) son típicos de las tierras bajas y las zonas costeras, donde se tiende al debilitamiento de las consonantes. Las tierras altas, más conservadoras, tienden a mantener la ‑s (así ocurre, por ejemplo, en los alti­planos de México, Perú N, Bolivia).
·        Aspiración del sonido j. Como en España, hay zonas que aspiran el sonido J (viahe) y zonas que lo mantienen. Existen también áreas geográficas que presen­tan otras realizaciones de este fonema.
·        Yeísmo. De nuevo como en España, el yeísmo es la solución más extendida, aun­que ciertas zonas fonéticamente conservadoras distingan los sonidos [y] y [ll]. En Argentina y Uruguay, [ll] e [y] se pronuncian con un sonido próximo al de Je en francés, que incluso llega a hacerse sordo (calle, por ejemplo, puede pronunciar­se cashe).
·        Relajación de r final de sílaba. En las Antillas es habitual la confusión -r y ‑l (amol por amor) o la asimilación de ‑r a la consonante siguiente (canne por carne). Es muy frecuente que ‑r se pronuncie silbante. Este es un caso particular de la tendencia general al debilitamiento de las consonantes.

2.5         Rasgos gramaticales
Entre los rasgos gramaticales característicos del español de América destacan los siguientes:
·        Uso de ustedes como pronombre de confianza. En América la forma vosotros ha sido sustituida por la forma ustedes; queda suprimida así la distinción entre las formas de confianza (vosotros) y formas de respeto (ustedes) que se mantiene en la mayor parte de la Península. Este cambio afecta también a los posesivos (se emplea su en lugar de vuestro) y al uso de las formas verbales (ustedes tienen en lugar de vosotros tenéis).
·        Voseo. Es el rasgo gramatical más significativo de] español arnericano, aunque no está presente en todos los países hispanohablantes. Consiste en el uso del pronombre vos como segunda persona de singular en lugar de (el pronombre de respeto es Usted). En una de sus versiones, el voseo afecta también al paradigma verbal, cuando vos se combina con formas originalmente de segunda persona de plural:  vos cantás, vos creés, vos sentís); en otras variedades, la forma verbal es la misma que se emplea con : vos cantas / crees / sientes.
·        Posición de los pronombres. En el habla del Caribe es habitual el uso de pronombres en función de sujeto en posiciones sintácticas en las que el español común los evita, como la posición de sujeto preverbal en las construcciones de infinitivo (ella trabaja para yo poder estudiar) y en las oraciones interrogativas (¿Qué tú dices?, ¿Cómo tú estás?).
·        Uso etimológico de le, lo, la. En el sisterna de los pronombres átonos, los fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo, tan habituales en la Península, se presentan sólo de forma aislada.
·        Formas verbales. El español americano muestra una clara preferencia por el pretérito perfecto simple (cantó) frente al compuesto (ha cantado), y por las for­mas en ‑ra del subjuntivo (cantara) frente a las equivalentes en ‑se (cantase).

2.6         Rasgos léxicos
El léxico del español americano incluye, junto a las voces originalmente espa­ñolas, una serie cuantiosa de americanismos, adaptados de las lenguas indígenas o específicos del español americano, un conjunto de afronegrismos, originados por la llegada de esclavos africanos al Caribe, y, finalmente, un buen número de extranjerismos. El léxico se convierte así en testirnonio de los procesos de mestizaje y fusión cultural que han caracterizado a toda la América Latina.
·                    Dentro del léxico patrimonial, el español de América presenta ciertas preferen­cias frente al europeo: liviano (por ligero), plata (por dinero), pollera (por falda), egresado (por graduado), cocinar (por cocer), vidriera o vitrina (por escapareate), enojarse (por enfadarse) ... Abundan también los términos marineros introduci­dos por los colonizadores: amarrar por 'atar algo, atracar por “aproximarse”, botar por 'tirar algo". Algunas de estas palabras o sentidos han ido desapareciendo del uso penin­sular, por lo que se suelen recoger bajo la denominación de arcaísmos.
·                    El vocabulario del español americano se pobló pronto de americanismos. Las narraciones y los informes de los primeros colonizadores (los llamados cronistas de Indias), desde Colón hasta Bernal Díaz del Castillo y Juan de Castellanos, dan testimonio de la profunda impresión que el descubrimiento de nuevas plantas, nuevos animales, costumbres desconocidas y lugares remotos produjo en los es­pañoles. Los colonizadores se vieron en la necesidad de bautizar y clasificar todos los elementos de esa nueva realidad, para los que la mayor parte de las veces no había denominación preexistente en español. En unos casos se recurrió al vocabulario patrimonial, cuando la semejanza con una realidad ya conocida lo permitía (se llamó así lagarto al caimán o tigre el jaguar, aunque estas denominaciones desaparecieron más tarde sustituidas por nombres autóctonos); en otros casos recurren a términos tomados de las lenguas amerindias (los ejemplos son abundantísimos: son americanismos o indigenismos palabras como canoa, tabaco, caimán, caníbal, tomate, aguacate, chocolat e, cóndor, vicuña, puma, tapioca, maraca.  La mayor parte de estos americanismos han  pasado a formar parte del español general, y a menudo también del léxico de otras lenguas europeas. Otros americanismos no han llegado a generalizarse y se conservan especialmente en las zonas bilingües en las que el español está en contacto con lenguas indígenas.
·                    Los elementos de origen africano penetraron sobre todo en el área del Caribe. Son términos que actualmente están desapareciendo, aunque se mantienen algu­nos como: banana, conga o mambo, que se han generalizado.
·                     En la adopción de extranjerismos, especialmente anglicismos, se han producido discrepancias con respecto al español peninsular; se emplean así términos como chance 'oportunidad' o computadora (en lugar de ordenador). En el español del Río de la Plata abundan los italianismos, debido a la influencia de los numerosos inmigrantes italianos (un ejemplo típico es el uso de chao en lugar de adiós).

Las variedades dialectales del castellano
                   
Las variedades dialectales del castellano se suelen repartir en dos zonas geográficas claramente diferenciadas: la zona española, que incluye también Canarias, y la zona americana (el llamado español de América).
Dentro de la zona española, del castellano peninsular podemos distinguir dos grandes zonas dialectales: la de las hablas septentrionales  y la de las hablas meridionales.





Los dialectos o hablas septentrionales
Las hablas septentrionales, más conservadoras, abarcan principalmente las tierras castellanas por tradición y las que se extienden también por los territorios que habían ocupado en el pasado los dialectos históricos del latín (el aragonés y el asturleonés).
En el habla de las tierras castellanas por tradición, es decir, en las que nació el castellano o que fueron castellanizadas en un primer momento, como Burgos,. Valla­dolid, etc., encontramos una serie de rasgos dialectales. Por ejemplo:
·         Leísmo (le en función de complemento directo referido a una cosa): Este aparta­mento ya le vimos; laísmo y loísmo la y lo- en -función de complemento indirec­to): La dije que no viniera.
·              Pronunciación como z de la d final de palabra: Madriz.
·              Aparición de una s en la segunda persona del singular del pretérito perfecto sim­ple: vistes, vinistes...
·              Uso del infinitivo para la segunda persona del plural del imperativo: ¡Traerme un regalo de París!
En el castellano que se expansionó hacia el este (La Rioja, Navarra y Aragón), lo más destacable son los rasgos aragoneses que han penetrado en el castellano habla­do. He aquí algunos:
·              Entonación ascendente de la frase y tendencia a alargar la vocal final.
·              Uso de los pronombres precedidos de preposición: con tú, con mí...
·              Se evita el acento de las palabras esdrújulas: pajaro, medico...
·              Uso del sufijo diminutivo -ico: pajarico.
·              Abundante uso de la partícula pues.
En el castellano que se expansionó por el territorio leonés (León, Zamora, Sala­manca y parte de Cáceres) aparecen en los hablantes rasgos del antiguo dialecto leo­nés, que son más numerosos en el castellano hablado por los asturianos debido al con­tacto con los bables. He aquí algunos:
·              Tendencia a cerrar las vocales finales: otru'otro'.
·              Diminutivos en -in, -ina: niñín 'niñito', niñina 'niñita'.
·              Palabras específicas, como guapo' bonito, hermoso', aplicadas a cosas: Compro­me un vestido guapo.
·               Uso del pretérito perfecto simple en vez del pretérito perfecto compuesto: Esta tarde fui a tu casa.
Los dialectos meridionales
Los dialectos meridionales se caracterizan por ser más evolucionados en su pro­nunciación y por tener rasgos fonéticos muy marcados: es el castellano que se ex­tendió desde Toledo hacia La Mancha, Extremadura, Murcia, Andalucía y Canarias, y el español de América.
En esta área dialectal se encuentran el andaluz, punto de partida del canario y del español de América, y los dialectos extremeño y murciano. Se denominan dialectos o hablas de transición el extremeño (con rasgos leoneses, castellanos y- andaluces); el murciano (con rasgos aragoneses, catalanes y meridionales), y el canario (con influen­cias del andaluz occidental y del español de América).
Principales rasgos generales de los dialectos meridionales
  • Relajación de s en posición final de sílaba y de palabra, lo cual produce que dicha consonante se pronuncie aspirada (avihpa), haya asimilación de la consonante siguien­te (avippa) o se pierda la s (avipa). Cuando se pierde la s final de palabra, la vocal se pronuncia más abierta para indicar el plural: ojo (singular), ojo (plural).
  • Confusión de r y l en posición final de sílaba o palabra: arta 'alta', cuelpo 'cuerpo'. A veces, se pierden: jugadó  'jugador', 'ver'.
  • Relajación o pérdida de las consonantes internas, sobre todo, de la d y de la n intervocálicas o que van delante de r: cansao 'cansado', vie 'viene', pare 'padre'.
·         Yeísmo. Se pierde la oposición II / y.-La II se realiza como la y con distintas pronun­ciaciones: yuvia 'lluvia'.
El extremeño
El extremeño es un dialecto de transición entre el leonés[1] (principalmente en el nor­te de Extremadura), el castellano y el andaluz.
El aspecto fonético más característico del extremeño es quizá la aspiración o la relaja­ción de la s en posición final de sílaba (así, niños se puede pronunciar niñoh o niño); también se aspira frecuentemente la h- inicial en las palabras que tenían f- inicial latina, como higo o harina) o la j en palabras como muhé 'mujer', vieho 'viejo', etc. Otro fenó­meno generalizado es el yeísmo. En el noroeste y el centro de Cáceres existe, en zonas rurales, un rasgo de origen leonés, en franco retroceso, que consiste en el cierre de la -o final en -u abierta y de la -e en -i abierta: otru 'otro', instanti 'instante'.
Tanto en la morfosintaxis como en el léxico se mezclan leonesismos, como el diminu­tivo -ino, -ina: chiquinino; también se conservan palabras castellanas que se han perdi­do en otras hablas: herrete 'aguijón', bicio 'estiércol'...
Como sucede con todos los dialectos, existen variaciones entre unas partes y otras de Extremadura.
El murciano
El murciano [2]es un dialecto de transición entre el castellano, el aragonés y catalán, y el andaluz.
El murciano presenta un conjunto de rasgos fonéticos que se repiten en los dialectos meridionales, pero que no son generales en todas las tierras murcianas: aspiración de la -s a final de sílaba o de palabra; neutralización de r y 1; tendencia a la aspira­ción de la j gráfica; el yeísmo se impone en las ciudades, aunque se mantiene la diferen­cia entre II/y en las zonas rurales; relajamiento de las consonantes internas intervo­
cálicas: plazo `pedazo', caeza `cabeza', etc. Se mantiene la diferencia entre la s y la z excepto en la zona de Cartagena en donde existen el seseo y el ceceo con predominio del primero. La ch es más mojada y tensa que la ch castellana. Por influencia del ara­gonés y del catalán se pueden escuchar palabras como pescatero'pescadero', coco­te 'cogote', llengua `lengua', fllamarada 'llamarada', etc.
Otros rasgos son la conservación del sufijo diminutivo aragonés en -ico, -iquio: pajari­co, ratiquio; presencia de un léxico con otras formas arcaicas castellanas, arabismos y mozarabismos: alcancía `hucha', alcaucil 'alcachofa', zagal `chico, niño', y otros tér­minos que también se encuentran en el andaluz.
El andaluz[3]
El andaluz es la variedad dialectal más diferenciada del español. De ella proceden las modalidades lingüísticas de Canarias y de América.
El andaluz no es un dialecto uniforme, sino que consta de una serie de variedades más o menos próximas entre sí.
Muchos de los rasgos fonéticos del andaluz son comunes con el resto de los dialec­tos meridionales: relajación de la -s final de sílaba o palabra con distintos resultados (aspiración, asimilación a la consonante siguiente más inmediata, pérdida total: pahta pasta', mimmo `mismo', lo día `los días'); tendencia a la pérdida de la -l, -r y -n finales; relajación o pérdida de consonantes sonoras internas, sobre todo, de la-d-: (salao'sala­do', peaso 'pedazo', pare `padre', mijita 'migajita', juar `jugar', caeza `cabeza'); confusión de l y r (arma 'alma'); aumento del yeísmo yuvía `lluvia'), y pérdida de la oclusión en la pronunciación de la ch gráfica (mushasho `muchacho').
Áreas o zonas dialectales del andaluz
Algunos de los rasgos hacen que se pueda dividir el dialecto andaluz en áreas o zonas, sobre todo, entre el andaluz oriental y el occidental.



Desde el punto de vista fonético se podrían distinguir las siguientes características:
·         Un área oriental, en la cual se tiende a abrir las vocales a final de palabra para señalar el plural ante la pérdida de la -s (ojo en vez de ojos) y otra occidental, don­de no se produce dicha apertura.
·         Distinción entre una zona ceceante y otra seseante; la más cercana a la costa es ceceante (principalmente el sur de Huelva; la provincia de Cádiz excepto la capital, que es seseante; la mayor parte de Sevilla y Málaga; el oeste y el sur de Granada y parte de la costa de Almería), mientras que la zona intermedia es seseante (principalmente la zona intermedia occidental de Huelva, el norte de la provincia de Sevilla y su capital, casi toda la provincia de Córdoba, el norte de Málaga y la zona central de Jaén); en cambio, distinguen entre s y z en la mitad norte de Cór doba, en el norte de Huelva, en el este de Granada y en la mayor parte de las provincias de Jaén y Almería.
·         Articulación predorsal o coronal de la s frente a la pronunciación con la punta dE la lengua del castellano no andaluz. Realizan la s predorsal en Cádiz, Málaga, casi toda Sevilla y algunas zonas de Córdoba y Granada. Hoy se extiende por toda E área del ceceo, reduciendo las zonas de la s coronal.
·         Aspiración de la h- inicial (sorbo 'horno') y la j- gráfica (oho 'ojo'); la parte más oriental (Almería, nordeste de Granada y Jaén) aspiran la j-, mientras que la occi­dental aspira la h- inicial procedente de f- latina.

Desde el punto de vista morfológico, en algunas zonas del dialecto occidental (Huel­va, Sevilla, Cádiz y casi toda Málaga] se produce un reajuste en la conjugación de las personas gramaticales de los verbos: desaparición de vosotros/as y sustitución por ustedes sin que ello suponga un trato de respeto y concordancia del verbo en tercera persona de plural: Ustedes entran 'vosotros entráis'.

En el léxico existen influencias diversas: leonesismos en la parte occidental, portu­guesismos en Huelva; aragonesismos en Jaén, en Granada y en Almería; arcaísmos castellanos, arabismos semejantes a los de las otras hablas castellanas, léxico pro­pio, léxico común con el resto del castellano, y léxico que coincide con el español de América. También en el léxico se producen diferencias entre el área oriental y la occi­dental para referirse a un mismo objeto: panocha/mazorca 'fruto con los granos de maíz'; candela/lumbre 'lumbre, fuego'.
El canario[4]
El dialecto canario es una variedad lingüística que presenta casi los mismos ras­gos que el andaluz. Las diferencias más significativas se encuentran en el léxico, por la presencia de guanchismos y portuguesismos.
El canario presenta muchos de los rasgos fonéticos andaluces:
El seseo con s predorsal[5] de tipo andaluz: sinco 'cinco'; aspiración, asimilación a la consonante inmediata o pérdida de la s final, igual que otras consonantes finales (cohta 'costa', se¡ litros 'seis litros', isla o il•la 'isla'); aspiración de la j gráfica (debaho 'deba­jo'); neutralización de 1 y r finales -implosivas- (arquiler 'alquiler'); yeísmo en las ciuda­des (Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife): yama 'llama'. La pronunciación de la ch es casi sonora en lugar de sorda. Un hablante peninsular la percibe casi como y: muyo 'mucho'.


El castellano de las zonas bilingües.

 Como en los casos anteriores, el contac­to con el catalán, el gallego y el vasco provoca que el castellano hablado en estas zonas adopte una forma peculiar: eso que conocemos comúnmente como acento.

·       Son característicos en el castellano hablado en Cataluña el timbre impreci­so que adquieren las vocales átonas, la articulación velarizada del fonema /l/ cuando está en contacto con a, la pronunciación de la -d final de palabra casi como una -t (verdat, Madrit), la tendencia al seseo (pues el catalán desconoce el fonema correspondiente a z), así como la aparición de ciertos fenómenos morfosintácticos por influencia del catalán, como el uso del artículo con los nombres propios (el Joan) o el conocido dequeísmo (Con­sidero de que no tienes razón).

·       En Galicia, la entonación es peculiar: al comienzo del período, el tono es especialmente alto y la articulación lenta; al llegar al final, el tono cae rápi­damente. Rasgos fonéticos son el cierre de las vocales -e, -o finales (que suenan a menudo como -i, -u: nochi, tengu), la reducción de grupos consonánticos cultos (articulación [perféto], [esáto], [inorár] al pronunciar perfecto, exacto e ignorar), y la pronunciación velar de l a -n final. En cuanto a la morfosintaxis, son característicos el uso exclusivo del pretérito perfecto simple, que ha absorbido los valores del compuesto (Ahora lo vi, por Ahora lo he visto), y el empleo de tener como auxiliar con el valor de haber (Lo tenía visto, por Lo había visto).

·       En el castellano que se habla en el País Vasco y Navarra son frecuentes las alteraciones en el orden de palabras dentro del enunciado -por clara inter­ferencia del vasco, pero que también se producen en hablantes que no co­nocen el euskera-, así como algunas confusiones en el género de los sus­tantivos, sobre todo en hablantes rurales (el euskera carece de la distinción de género). También es característico -y no sólo en Euskadi, sino también en una amplia zona de alrededor (Burgos, La Rioja, Cantabria, etc.)- el uso del condicional en posiciones donde la norma común exige el imperfecto de subjuntivo: Si vendría, se lo daría (por Si viniera, se lo daría). En cuan­to a la pronunciación, no hay diferencias significativas con el castellano de Castilla, salvo el seseo en algunos hablantes y la reconocible entonación vasca, con su fuerte tensión articulatoria y los finales de enunciado ascen­dentes.




[1] Extremadura fue tierra fronteriza durante siglos. León repobló la parte más occidental mientras que Castilla repobló la oriental. Más adelante, Extremadura recibió la influencia de Sevilla y To­ledo, dos ciudades im­portantes de la zona me­ridional.

[2] De la reconquista del rei­no de Murcia se ocupó el reino de Castilla, pero Jaime  I de Aragón ayudó a Alfonso X (siglo mi] a someter a los moriscos y la presencia catalana y aragonesa fueron impor­tantes en estas tierras, que también recibieron influencia valenciana por su cercanía.

[3] La diversidad del dialec­to andaluz es el resulta­do del largo proceso de reconquista de Andalu­cía. Desde la reconquis­ta de Jaén, Córdoba y Sevilla, en la primera mi­tad del siglo XIII, hasta la toma de Granada, en 1492, pasaron dos si­glos. Andalucía occiden­tal fue repoblada por castellanoleoneses, tuvo poca tolerancia con los mudéjares y la tierra se distribuía principalmente en latifundios que esta­ban en poder de la aris­tocracia; en cambio, la oriental se repobló más tardíamente, en parte por murcianos y aragone­ses, la presencia de mo­riscos era mayor y las tierras se distribuyeron de forma distinta. En el siglo XVI, Sevilla se convirtió en la capital de la emigración que se em­barcaba hacia América, y sufrió cierta despobla­ción por la marcha de muchas personas hacia ' este continente.

[4] Españoles y portugueses se disputaron las islas Canarias si bien queda­ron definitivamente incor­poradas al reino de Cas­tilla en el siglo XV. Los repobladores de estas islas procedían básica­mente de puertos anda­luces y portugueses. Los nativos, que hablaban el guanche, perdieron pron­to su lengua y se caste­llanizaron. Por otra par­te, Canarias siempre ha dado numerosos emi­grantes a diversos paí­ses de ultramar, por ello las Islas Afortunadas han sido históricamente un puente con América
[5] Articulación de la s
• s predorsal o «sevillana»: se articula con el predorso de la lengua; ésta es plenamente con­vexa y el ápice de la mis­ma se coloca en los inci­sivos inferiores.
• s coronal o «cordobesa»: se articula con la lengua plana.


Lenguas y dialectos
El dialecto se define como una variedad sintópica que puede existir en el interior de un diasistema o lengua. Desde una perspectiva científica lingüística, debemos olvidarnos de las connotaciones peyorativas del término "dialecto" frente a "lengua". Simplemente, se entiende por dialecto toda forma de una lengua que tiene su sistema léxico, sintáctico y fonético propio y que se utiliza en un territorio más limitado que la lengua. Si esta forma de lengua asegura la intercomprensión entre una comunidad hablante, se le concede el estatuto de dialecto, despojado el término de toda connotación. Los dialectos de una lengua son objeto de estudio de la Dialectología.

Desde un punto de vista histórico, todo código lingüístico es un dialecto de la lengua de la cual procede, por lo que la estimación de un código como "lengua" o "dialecto" depende de razones de estimación social, política y cultural. De este modo, todos los sistemas de comunicación son dialectos, puesto que todos proceden de otra lengua anterior (indoeuropeo, latín, lenguas romances, etc.).

Desde un punto de vista cultural, se viene aceptando que un código lingüístico adquiere el status de lengua cuando reúne los siguientes requisitos:
a) posee una tradición histórica de cultivo literario; b) ha desarrollado una norma de corrección; y c) está enmarcado en unos límites geográficos bastante precisos.
Cuando un código de comunicación no satisface las tres condiciones es dialecto, y no lengua. Así, el español sería una lengua, pero el andaluz sólo un dialecto.

Desde un punto de vista lingüístico, tanto las lenguas como los dialectos son sistemas lingüísticos con entidad propia. En ese sentido, todo sistema de comunicación es una lengua, aunque con distinto grado de unificación (español y andaluz, por ejemplo, serían lenguas o sistemas de comunicación). En los países sin lengua oficial normalizada, los dialectos son formas de lenguas vecinas unas de otras, cuyos utilizadores se comprenden más o menos y, por oposición a otros hablantes, tienen la impresión de pertenecer a la misma comunidad lingüística.
La delimitación geográfica de un dialecto viene dada por las isoglosas. Éstas son las líneas imaginarias que unen puntos geográficos donde se localiza el mismo fenómeno lingüístico (principalmente, de naturaleza fonética).